El mundo de las cosas

Hace ya más de cinco años me dio una sensación extraña. Como si fuera el cielo probablemente sería algo que siempre estaba ahí pero nunca me había percatado anteriormente.  Tuve el sentimiento de que el mundo estaba girando en torno a las cosas. Lo importante no eran las personas sino el dinero, las carreteras, los acuerdos comerciales, la tecnología… No estoy en contra de nada de ello, nuestra civilización está basada en esta capacidad de cambiar nuestro entorno.  
Parecía que estábamos, supongo que yo también, más centrados en mejorar nuestra capacidad de crecer, de llegar a lo que las películas nos habían contado de cómo sería la humanidad que en lo realmente importante, las personas. Quizás por este motivo hemos llegado por culpa de un sentimiento muy humano, la codicia, a una situación que se rompió debido a que se encargó de crecer y conectarla todo. Como si fueran las farolas de una calle, todas se apagaron. En España nuestro peor dato es el paro, la dignidad de poder trabajar. No sólo en España preocupa, en EE.UU. es terrible (para lo que están acostumbrados)
 

Pero en otros países no están mejor. Hay cuatro bancos británicos nacionalizados, Japón podría caer en bancarrota (¿y ser comprado como vimos en Robocop?), y otros países tienen un déficit más alto que el nuestro. Desgraciadamente la situación que sucede en esta crisis además de ser global es que estamos endeudados como nunca.
Quizás no se han dado cuenta, pero he hablado de crisis, petróleo, bancos, bancarrota, o deudas. Lo más humano que he nombrado es Robocop. Todo lo que he citado afecta a las personas, ¿qué se ha hecho por ellas? Desde mi posición en el mundo siempre he intentado reducir el «trabajo humano» como lo llamo en todo aquello que pueda ser hecho por una máquina más eficientemente. De esta forma las personas pueden dedicarse a hacer otros trabajos que son más productivos, hacer que la persona se sienta más realizada eliminando trabajos tediosos e incrementando su productividad.
Supongo que muchos le echarán la culpa a la informática de todo esto porque ha permitido multiplicar las llamadas internacionales necesarias para tener una aldea de negocio global, ha informatizado la banca permiténdonos gestionarla con el teléfono, internet, o un cajero que hace decenas de funciones hoy en día. También hizo lo mismo con la bolsa eliminando intermediarios necesarios y movimiento miles de millones de capital en cuestión de milisegundos. Algo parecido ha sucedido en grandes ciudades con la aparición de señalización dinámica y el control del flujo del tráfico. Pero dónde está el sistema informático que fue encargado de ser codioso y un tanto liante a la hora de crear productos financieros problemáticos, o dar hipotecas a personas que no la podían pagar en EE.UU. (se declaran en bancarrota y no se les persigue de por vida por la deuda como en España). Afortunadamente en esta crisis no había, quizás en la próxima sí.
Si vamos a crear un nuevo capitalismo, o una nueva economía, o una nueva regulación que evite el exceso de capital y la ingeniería económica «ingeniosa» (no soy economista, sólo leo como Leopoldo Abadía) también deberíamos de pensar en las personas, regular los derechos de todos y darnos cuenta de que la población del primer mundo envejece, otra  posible crisis a la vista que lastrará el desarrollo de nuestras futuras generaciones.
Me acuerdo cuando hace casi un año me nombraban la palabra crisis y decía que no la había. Y realmente pensaba y sigo pensando así. En ese momento, en nuestra microeconomía, la de superficie, la crisis más importante que teníamos era el incremento de los precios del combustible, que quedaron como una ola en nada en estas fechas. Cuando el petroleo bajó de precio no noté la misma bajada en las gasolineras (al menos al comienzo) y en los supermercados. Ahora, con la palabra crisis que está despertando el ingenio que parecía que teníamos dormido hasta los grandes  centros comerciales se encargan de recordarnos que van a bajar el precio de sus marcas blancas. Veo que las empresas que viven de vender sus productos y servicios es cuando están dándose cuenta de que el mundo nos pertenece a las personas que vivimos en él y no a las cosas.

0 comentarios

  1. Pedro M

    buen artículo, Paco, desde New York

  2. Diego

    Bueno Francisco. Que se ha hecho por las personas? Tienes parte de razon, por las personas como comunidad, no hacemos nada de lo que no nos podamos beneficiar. Es el motor del capitalismo, hace que personas «no del todo buenas» trabajen por mejorar la vida de otros sabiendo que recibiran un poder mayor a cambio.
    Mi pregunta es, y que hacen las personas por ellas mismas? En mi opinion, la mayoria, dejarse controlar por el miedo y la inseguridad. Y eso si que es perjudicial para todos.
    No hay nada mas valioso que estar bien informado para poder progresar, y no se trata desde luego de ver el telediario. Hoy en dia no es dificil estar informado. Ah, ya! La desgana, la dejadez, el miedo.
    Aunque se quejen, hay muchos que se sienten comodos cuando son otros los que piensan por ellos.
    Soy optimista y pienso que esto va a cambiar, sobre todo con la aparicion de la I.A.

  3. Rubén

    Sin duda has comentado una gran verdad: la crisis no existe en el contexto microeconómico, sino sólo en el de las empresas, que entienden que deducir su beneficio en un 10% es entrar en crisis. Lamentablemente hay núcleos microeconómicos familiares que sí están padeciendo un fenómeno adverso, debido al desempleo, pero es debido a la mala actuación macroeconómica y al erróneo planteamiento de las empresas.

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