Avanza el Mobile World Congress y tras los anuncios esperados de Facebook, WhatsApp, phablets varios y smartphone low cost por todas partes, empezamos a encontrar las auténticas novedades que nos desnudan.
Una de las tendencias claras de la edición de este año del Mobile World Congress son los «wearables». Dispositivos, los ampliaría hasta los smartwatch y las Google Glass, que de momento solo se atreven a crear en forma de pulseras inteligentes, smartbands. Un dispositivo que se viste, que busca una estética y colores que lo haga atractiva pese a la excentricidad que puede suponer llevarla y que realmente nos desnuda.
Entre los millones de tuits que se han generado explicando sus características: comunicación con Android con Bluetooth o NFC, sensores biométricos, vibración para notificaciones, controles de música… hay muy pocos que expliquen que nos hemos desnudado ante la tecnología. Permite controlar los ciclos de sueño, pulsaciones, registrar la actividad, reconoce los lugares que se visitan. Ya no es relevante el dato en sí, sino que lo es más importante el ritmo en el que se produce. Y todo esto podrá compartirse. Ya está. Somos nuestro propio Gran Hermano.
Hace poco hablando con una especialista en derecho en asuntos relacionados con la información y el mundo digital me comentaba como se está generando nuevos derechos sociales a ritmo de innovación tecnológica. Casi como en la serie Almost Human la tecnología empieza a superar y sortear límites de regulación (realmente siempre ha sido así tan solo que ahora se han acelerado los cambios tecnológicos y la ley llega muy tarde) y cuando se establece una legislación al respecto esos datos ya han sido utilizados, procesados, clasificados y utilizados para el próximo salto evolutivo en la tecnificación de la sociedad.
Nadie nos lo dice y por ese motivo levanta revuelo (hasta la compra de WhatsApp por Facebook). Las quejas aparecen de servicios aunque no se hayan leído las condiciones de uso. Compartimos nuestra vida sin saber que el propietario de esos datos es la página donde se publican y otras lindezas que no entendemos. Ni falta que no hace en la mayoría de las ocasiones. Tenemos que entender desde hace años vivimos en una nueva sociedad. El concepto de privacidad ha cambiado (desde antes de 2009). Por siempre.