El análisis de redes sociales es la herramienta definitiva que permite comprobar qué está sucediendo. Bajo la victoria pronostica de Biden, o la sorpresiva reelección de Trump, podemos encontrar una tendencia de fondo más relevante para todos nosotros entre tuits y publicaciones en el muro.
Históricas. Así califican las elecciones presidenciales en EEUU que están a punto de celebrarse. Un adjetivo sobreexplotado por gabinetes de prensa y medios de comunicación y, por lo tanto, empieza a perder su sentido. Probablemente también se abusa en este asunto, la elección del comandante en jefe del país más influyente a este lado del mundo.
Hace unos días me pidieron que analizara un cuadro de mandos que muestra los sentimientos y reacciones que generan en las principales redes sociales los dos candidatos a la Casa Blanca. Me sorprendió gratamente el resultado. A pesar de su sencillez de presentación, las conclusiones que podían obtenerse son realmente aplastantes.
@franciscomesa Hey Francisco,
— SocialAnimal (@SocialAnimal_io) October 27, 2020
We are an analytics company and have built a dashboard to find interesting insights on US Elections 2020.
Check it out and let us know what you think: https://t.co/wPdfQ8i27q
Unas elecciones en las que las palabras fractura, terror e incluso guerra civil (utilizada de forma interesada por Trump) se repiten en los reportajes que el tsunami de información en el que se ha convertido internet nos hace llega en forma de textos, audios y vídeos de diversa duración. Las manifestaciones, en demasiadas ocasiones violentas, en defensa de los derechos sociales que denuncian el abuso de las fuerzas policiales en diferentes estados, son vistas desde este lado del Atlántico como una constatación de una fractura social de la que forman parte de forma directa, o indirecta, todos los agentes sociales: ciudadanos, entidades federales, estatales, medios de comunicación y, como no, las omnipresentes redes sociales cuyos algoritmos condicionan la información a la que tenemos acceso.
Jueces y parte
La amplia mayoría nos informamos utilizando preferentemente medios digitales y las redes sociales ocupan el puesto predominante tanto en frecuencia de uso como en tiempo empleado en ellas para acceder a la red del conocimiento como la llamábamos hace unos años. Estas redes sociales son jueces (supremos) y parte. Sin posibilidad de réplica, sin alternativa real, no les preocupa la sociedad aunque se apellidan sociales. No sustituyen a la amistad, el amor y nuestros gustos aunque los han suplantado con “amigos”, “follow”, “me gusta” y otras reacciones que digitalizan la actividad humana que miles de millones de personas realizamos en sus plataformas.
El interés de las empresas que sustentan las redes sociales es ganar valor y dinero para sus accionistas y eso lo hacen no sólo atrayendo cientos de millones de usuarios cada día. Lo consiguen acaparando el gran democratizador universal: el tiempo. Independientemente de nuestra condición todos tenemos únicamente 24 horas cada día. Ni más, ni menos. A los pocos años de convertirse en un fenómeno global, Mark Zuckerberg anunciaba a través de la información para los inversores que cuatrimestral está obligada a publicar la empresa el número de minutos que los usuarios invertimos en aquellos primeros años de Facebook. Un claro ataque al que era gran dominador de atención y publicitario de la época, la televisión. Evidentemente ha ganado la partida con el paso de los años.
Cuánto más tiempo pasamos en las redes sociales y más interacciones realizamos, más opciones tienen de ganar dinero con nuestra actividad. Como dijo Mark ante un senador norteamericano: “we run ads” (ponemos banners). De ahí que muestren aquello que es capaz de retenernos, o que publiquemos una reacción en la red social. Las inteligencias artificiales generadas con este fin por los cerebros más destacados del planeta no son maliciosas por sí solas, pero están generando un comportamiento perverso: acaban mostrándonos aquello que nos gusta e interesa, contenidos que comulgan con nuestras ideas. Ante una cornucopia de contenidos de todo tipo sería raro que no los encontrase.
El problema se encuentra en que hasta hace pocos años los soportes que ofrecían información (llámenlo noticias si lo prefieren) tienen una responsabilidad social y se les reconocía una cierta intencionalidad ideológica. En la actualidad en las redes sociales aunque nos entreguen información no tienen esa responsabilidad social y son, agnósticas ideológicamente y creyentes en la generación de beneficios. A medida que entrenamos esas inteligencias artificiales encargadas de seleccionar los contenidos que más nos enganchan nos van mostrando una visión cada vez más sesgada de la realidad. Poco a poco el contraste de ideas, la presentación de versiones alternativas, disminuye para ser cada vez más óptimos en su único interés: ganar dinero. El documental El dilema de las redes de Netflix ha sido una sorpresa para muchos al presentar esta realidad.
Social Animal ha creado un dashboard, cuadro de mandos, que analiza tendencias informativas en las redes sociales (Twitter, Facebook, Pinterest y Reddit) acerca de las elecciones presidenciales en EEUU de 2020. De una forma muy clara ofrece una amplia información:
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Las noticias más compartidas de cada candidato (y vicepresidentes)
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El número de artículos por valoración del candidato (positivo, negativo, neutral).
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Cuántas publicaciones genera cada candidato.
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El sentimiento por cada estado. Recordemos que en el sistema electoral presidencial estadounidense es un todo o nada para el candidato por cada uno de ellos.
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Palabras clave asociadas de las noticias de cada candidato
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Fuente de las informaciones que se publica de cada candidato
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Los influencers más influyentes (sí, un poco redundante).
Tuits de destrucción masiva
Aunque puede parecer que ofrece poca información, realmente ofrece datos muy interesantes. Más aún cuando podemos discriminar los resultados por candidato. Observando con distancia la información ofrecida, más allá de las filias y fobias políticas hay una gran lección de este periodo electoral: priman los mensajes y sentimientos negativos. No es un análisis sesgado, se fundamenta en diferentes resultados y desde diferentes puntos de vista que ofrece el cuadro de mandos.
Quizás pueda parecer contradictorio esta afirmación si nos fijamos en el apartado Noticias más compartidas. En ambos candidatos a lo largo de estos días las noticias positivas son más numerosas que las negativas según el algoritmo de análisis de sentimientos. Sin embargo, observando estos titulares es obvia comprobar cómo son aspectos negativos de cada candidato los utilizados por los medios que publican estas noticias. Así hemos podido comprobar cada día cómo se comparten más aquellas que pueden ser utilizadas en su contra. De nuevo la actividad en las redes sociales se convierte en un arma de destrucción masiva, o al menos sus usuarios intentan que así sea. Una actividad un tanto inútil ya que las inteligencias artificiales que seleccionan esos contenidos probablemente la mostrarán a los ya convencidos y pasará por alto para aquellos a los que quieran influir. Un onanismo social que después es utilizado para mostrar quién tiene más grande el número de retuits. Un sinsentido, la verdad.
Un comportamiento en negativo parecido lo podemos detectar en el apartado Top influencers. Tanto en Twitter, como en Facebook y autores, son aquellos más críticos con el candidato los que obtienen una mayor repercusión. Se puede obtener la misma conclusión analizando los medios que obtienen más engagement para cada candidato. Eso sí, en estos dos últimos días parecen más centrados en hablar de candidatos con los que son más afines.
Me ha llamado la atención cómo el número de interacciones sociales relacionadas con el presidente candidato a reelección Trump multiplican las que genera Biden. Quizás una forma de escuchar a esa América silenciada, o algo así, que no se tomó en cuenta en las encuestas electorales que se realizaban de la misma forma que durante el siglo pasado. Aunque sin poder analizar qué porcentaje de bots/trolls están actuando no puedo hacer una valoración fundamentada en datos, tengo la percepción de que es un nuevo ejemplo de onanismo social. A fin de cuentas todos queremos ser parte de un colectivo y nos sentimos mejor si muchas personas opinan como nosotros.
Si las noticias que nos llegan de ese país no son suficientes para pensar que más allá del enfrentamiento político se trata de una confrontación polarizada de ideas. Si el hecho de que los medios de comunicación, sin muro, generan más interacción (y por lo tanto audiencia e ingresos publicitarios) con aquellas informaciones que valoran en negativo al candidato menos afín a su política editorial. Si el análisis de toda esta actividad editorial viralizada hasta la polarización en las redes sociales no es suficiente para entender que son unas elecciones en negativo. Si todo esto no fuese suficiente, nos podemos quedar con el último dato que muestra este cuadro de mandos, el sentimiento que genera cada líder. Los dos candidatos presidenciales generan más sentimientos negativos que positivos. Justo lo contrario que sus respectivos candidatos a vicepresidentes.
El gran problema de estas elecciones
Y aquí es dónde está en mi opinión el gran problema de estas elecciones. Trump ha practicado una política con escenas de confrontación y ruptura. Biden por su parte es el recuerdo de un pasado, reciente pero pasado, que quiere volver. La democracia se construye, pero la situación que vive en este momento ese país nos hace pensar que se está deconstruyendo. Más allá del resultado final que conoceremos en breve, las deconstrucciones tienen sus consecuencias. Apuesten por la continuidad de los últimos cuatro años, o por la continuidad del ciclo anterior, me preocupa que no seamos capaces de cambiar esta tendencia y que la polarización vaya a más. Hablando se entiende la gente y tenemos que hablar tod#s con tod#s. Seguir hablando con una parte de la sociedad nos transforma en una sociedad más pobre, más revuelta cuando nos encontramos con la otra parte. Ya saben, a río revuelto… ganancia de pescadores.