Trata la Red como si fuera un desconocido

SARAH Palin es la aspirante a vicepresidenta de EEUU por el partido republicano. Ha sido noticia en estos días porque ha permitido a McCain acercarse a la intención de voto de Obama y porque le han hackeado el correo electrónico.
¿Cómo lo han hecho? Primero han aprovechado la información publica que existe de la aspirante. En segundo lugar le han dedicado el tiempo suficiente como para poder realizar este asalto a quien podría ser vicepresidente del que actualmente es el país dominante de este planeta. Así de sencillo.
No ha sido un asalto al partido republicano, tan sólo han utilizado las funciones del correo web que usamos la mayoría de los internautas para recuperar una contraseña. En algunas ocasiones nos preguntan por la fecha de nacimiento, el código postal, entre otras preguntas genéricas como el apellido de nuestra madre, o nuestra mascota preferida. Si estos datos ya los hemos ofrecido desde una red social como Tuenti o FaceBook, corremos el riesgo de que alguien pueda violar nuestra intimidad.
No es raro leer más de una noticia al año de una menor de edad que ha sido acosada en internet o chantajeada por hacer algo inapropiado delante de una webcam. Sin embargo, existen otras formas de violación de nuestra intimidad más sutiles de las que no siempre somos conscientes cuando compartimos un trocito de nuestra vida en internet. No es raro que digamos nuestra dirección de messenger, escribamos en un blog, ofrezcamos fotos con otras personas a la vista de todos. Todo esto puede ser utilizado de forma incorrecta por algunos que no saben respetar el espacio vital de otro, el entorno en el que nos desenvolvemos, nuestro universo.
Hace poco una amiga me contó el caso de que alguien que no conoce mucho le envió un mensaje multimedia a su móvil con una foto del exterior de su casa. Se quedó impresionada. No contaba con que ahora las personas tienen más tiempo, movilidad, y no siempre tienen una forma de comportarse de ser como la que se espera o con la que nos hemos criado cada uno.
No somos capaces de iniciar una conversación en la parada de guagua, tranvía, o dentro de él con las personas que nos rodean. Pero sí que somos capaces de decirle a alguien en internet dónde trabajamos, por dónde vivimos, si tenemos hijos, nuestra cara. Incluso en ocasiones, cuando creemos que nos cobija el anonimato, realizamos confesiones. Todo esto a un desconocido que quizás ponga una foto que no es suya.
No es diferente a lo que hacen conmigo algunos que esperando por la guagua se desahogan de los avatares de la vida, o se sonríen de cómo le puedo decir educadamente a alguien que no le doy dinero para el transporte público, que me imagino no va a coger. La diferencia está en que a esas personas las veo y existe ese lenguaje tan importante y necesario en las relaciones como es el no verbal.
Lo que hay que tener en cuenta es que no sabemos qué hay realmente al otro lado de la pantalla. Serán personas quienes lo lean, pero no sabemos qué son, qué quieren o cómo utilizarán las cosas que contamos. Hay que recordar que son desconocidos.
Publicado en EL DÍA el 21 de septiembre de 2008

0 comentarios

Deja un comentario