Leo una entrevista de Cebrián llena de frases que parecen sacadas de informes creados por consultorías. Habla de su futuro, el de la empresa a la que pertenece, Prisa, de CNN+, y el de los periodistas en general. Entre esas decenas de frases e ideas que los «techies» llevamos años comentando, me quedo con una, «El problema no es si ganas o pierdes dinero, sino qué futuro tienes».
La entrevista publicada en la web de la FAPE está llena de realidades presentes. Dice a las claras el problema de incertidumbre de la industria del periodismo:
«no sé si hay un modelo de negocio. No sé si vamos a dar con una o con 200.000 fórmulas distintas. Puede que no exista ninguna. No estoy seguro.»
Pensemos en dos años atrás, cómo era nuestro día a día, y los pequeños detalles que hemos incorporado a nuestra vida. Ahora hagamos lo mismo con cinco años atrás. Casi todos los que lean este texto habrán realizado cambios en su vida privada que tienen que ver con Internet y la tecnología. Son sutiles, pero se incorporan a nuestra forma de entender el mundo. Hasta Internet se ha colado en el discurso de Obama. Y esta renovación tecnológica requiere educación más allá de la básica de saber utilizar una herramienta.
Comentaba hace unos días que el problema de Google pasa por dejar de ser ágiles, o que otro lo sea más. Uno de los problemas que hemos vivido en este último lustro es que hemos creado pymes del siglo XX, que usaban modelos del siglo anterior en la forma de ofrecerse a la sociedad, cuando tenemos que aventurarnos a un nuevo siglo. Como dice la entrevista, hemos pasado de la economía de oferta a la de la demanda. De forma inconsciente las páginas web lo saben y utilizan esta circunstancia. Saben que se debe a pequeños factores que es difícil de medir de forma aislada. Sin embargo, funciona. Es parecido a lo que alguien dijo hace medio milenio, Eppur si muove.
Internet ha permitido una mejora similar a la que el telégrafo generó en el imperio británico. Olvidar la historia es un error grave.
